Científicos estadounidenses y canadienses utilizaron un nuevo método de estudio de los fósiles marinos para investigar las temperaturas de hace millones de años, convirtiendo cada concha marina o pieza de coral en un termómetro para el clima.
"Toda la información necesaria para estudiar la temperatura de la superficie en el momento en que el animal vivió está almacenada en el fósil mismo", formuló Rosemarie Came, del California Institute of Technology, cuyo estudio está publicado en la revista Nature.
El nuevo método se basa en un estudio de raros grupos de isótopos de oxígeno y carbono - partículas cargadas - que se enlazan unas con otras. Este vínculo varía dependiendo de la temperatura de superficie: se forman más a bajas temperaturas, y menos a temperaturas más elevadas.
Conociendo la edad de un fósil marino y midiendo la concentración de estos isótopos, los científicos pueden determinar la temperatura del agua marina en la que vivieron.
"La concha marina es el termómetro", dijo John Eiler, profesor de geoquímica del California Institute of Technology.
Eiler agregó que los investigadores estudiaron la concentración de estos isótopos, que están formados por átomos de oxígeno-18 y carbono-13.
"Medimos cuántos están adheridos unos a otros en vez de dispersos al azar. Eso nos muestra el crecimiento de la temperatura de dicho fósil", enunció Eiler en una entrevista telefónica.
El método difiere del actual enfoque que involucra un estudio del contenido tanto de carbono como de oxígeno del fósil, y el conocimiento sobre la química de la antigua agua de mar.
Usando este nuevo método, los investigadores estudiaron el crecimiento de temperaturas de fósiles de dos períodos de tiempo para ver si los cambios en el dióxido de carbono atmosférico están realmente vinculados a la variación de temperatura, un dato importante para entender el cambio climático.
Los científicos estudiaron fósiles del período Silúrico, de aproximadamente 400 millones de años de antigüedad, durante el cuál se cree que los niveles de dióxido de carbono eran 10 veces más elevados que en el presente.
Los investigadores compararon éstos datos con los hallazgos de temperatura de fósiles del período Carbonífero, de hace aproximadamente 300 millones de años, durante el cual se piensa que las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono fueron parecidas a los niveles actuales.
"Toda la información necesaria para estudiar la temperatura de la superficie en el momento en que el animal vivió está almacenada en el fósil mismo", formuló Rosemarie Came, del California Institute of Technology, cuyo estudio está publicado en la revista Nature.
El nuevo método se basa en un estudio de raros grupos de isótopos de oxígeno y carbono - partículas cargadas - que se enlazan unas con otras. Este vínculo varía dependiendo de la temperatura de superficie: se forman más a bajas temperaturas, y menos a temperaturas más elevadas.
Conociendo la edad de un fósil marino y midiendo la concentración de estos isótopos, los científicos pueden determinar la temperatura del agua marina en la que vivieron.
"La concha marina es el termómetro", dijo John Eiler, profesor de geoquímica del California Institute of Technology.
Eiler agregó que los investigadores estudiaron la concentración de estos isótopos, que están formados por átomos de oxígeno-18 y carbono-13.
"Medimos cuántos están adheridos unos a otros en vez de dispersos al azar. Eso nos muestra el crecimiento de la temperatura de dicho fósil", enunció Eiler en una entrevista telefónica.
El método difiere del actual enfoque que involucra un estudio del contenido tanto de carbono como de oxígeno del fósil, y el conocimiento sobre la química de la antigua agua de mar.
Usando este nuevo método, los investigadores estudiaron el crecimiento de temperaturas de fósiles de dos períodos de tiempo para ver si los cambios en el dióxido de carbono atmosférico están realmente vinculados a la variación de temperatura, un dato importante para entender el cambio climático.
Los científicos estudiaron fósiles del período Silúrico, de aproximadamente 400 millones de años de antigüedad, durante el cuál se cree que los niveles de dióxido de carbono eran 10 veces más elevados que en el presente.
Los investigadores compararon éstos datos con los hallazgos de temperatura de fósiles del período Carbonífero, de hace aproximadamente 300 millones de años, durante el cual se piensa que las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono fueron parecidas a los niveles actuales.
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